Sentimientos Munch
Alfonso Boza | @red_halcon | 29 diciembre 2015
Cuando uno visita la exposición Edvard Munch. Arquetipos (en el Museo Thyssen-Bornemitza hasta el 17 de enero de 2016) ya lleva en la cabeza su icónica El Grito, y quizás víctima de esta fama, el visitante se maravilla ante la riqueza de la obra del pintor noruego.
El carrusel de sentimientos que plasma la obra de Munch se estructura, en esta retrospectiva del Museo Thyssen-Bornemitza en arquetipos, distribuidos por las salas de la exposición. En esta distribución se muestra una obra ecléctica, donde el denominador común es la puesta en escena de cada uno de los cuadros, como si estuviéramos ante un teatro de las emociones, o fotogramas de una película sobre los sentimientos.
En el espacio dedicado a la Melancolía podremos ver pinceladas impresionistas por ejemplo, en Laura e Inger al sol de verano (1888), y más adelante una fuerte influencia de la obra de Van Gogh.
Los colores no son reales, las formas tampoco, sólo los sentimientos y emociones que Munch transmite en la pintura. Los fondos difuminados y las miradas perdidas de sus protagonistas acentúan el dramatismo en su concepción de la melancolía.
Munch utiliza el negro y el blanco sólo para transmitirnos su Pánico. Presenta la Mujer como vida y esperanza (luz), y muerte (oscuridad): Mujer (1925). En su serie de El Beso podemos ver como los enamorados se funden en uno, pero el Amor también es drama y obsesiona a Munch, que repite la temática de la Mujer Vampiro: la mujer se funde en el cuello de su amante emanando rojo sangre en las ondas de su pelo.
Por todo ello en la exposición Edvard Munch. Arquetipos, como en pocas, se desnuda el alma del artista y se le vislumbra claramente. Es en definitiva una exposición que cala sobre el espectador (de ahí también la genialidad de Munch). Una gran exposición para recibir al 2016,que esperemos que esté repleto de ofertas culturales tan maravillosas.